domingo, 8 de febrero de 2015

EL DIARIO

Ha abierto los ojos dos minutos antes de que le sonara el despertador. Cada lunes le pasa igual, dos minutos antes de las ocho de la mañana se despierta y ya no se puede volver a dormir, sólo que hoy lo ha hecho agitado por el ruido del viento. Toda la noche ha oído cómo las ramas de los árboles que rodean su casa se agitaban y ha notado cómo se colaba un ligero soplido por debajo de la puerta, una voz ronca que resonaba en todos los rincones de la habitación, como si detrás del armario o debajo de la cama se escondiera un hombre alto y gordo con un altavoz, susurrando y gritando a la vez. Sin querer se está volviendo a dormir pero lo que le despierta, a las 8 de la mañana del lunes 2 de febrero, no es el despertador: es la ráfaga de viento más fuerte que ha oído nunca. Hacía apenas un mes que había dejado su antigua casa, no soportaba vivir allí desde lo de su madre, así que busco una casa acogedora en el centro. Le habían contado que tiempo atrás esa casa había sido de un ex abogado pero que después de estar viviendo allí durante 20 años desapareció inexplicablemente. Abre los ojos y mira aterrorizado a su alrededor, no ve nada, todo está muy oscuro pero presiente que hay algo en la habitación que lo está observando. Hace frío, mucho frío, empieza a salir esa especie de humo peculiar de su boca…pero es muy extraño, no está ni la puerta abierta ni la ventana. De repente, la puerta que había dejado cerrada pero no del todo, se cierra y salta el pestillo, el armario se abre y de él sale un libro que cae al suelo. En este mes que llevaba viviendo allí, aún no había tenido tiempo para instalarse del todo, había metido muchas cosas del ex abogado en aquel armario, solo para no verlas por el medio… Aún seguía sentado en la cama observando su habitación en la penumbra, parecía que estaba dejando de hacer frío, encendió la luz, pero en ese momento pudo ver por el rabillo del ojo una sombra a los pies de la cama, se giró rápido pero allí no había nadie. Extrañado y pensando que había sido su imaginación, se agachó y cogió el libro. No era un libro cualquiera, las tapas estaban hechas de cuero y en una esquina de la portada, en pequeño y letras doradas, había un nombre: Carlos. Empezó a ojear el libro, se dio cuenta que era un diario, por la perfecta caligrafía del autor, se paró en una página y leyó: “Hoy le he conocido, después de tanto tiempo, no parece un ser especialmente malo, creo que quiere decirme algo anoche soñé con él y me decía que quería ayudarme a algo… prometió decírmelo hoy…”. Siguió ojeando el diario y de una página cayo una fotografía. La cogió y la observó. En ella se podía ver a un hombre de mediana edad sentado en su estudio, algo normal, pero de repente, se fijó mejor…había una sombra detrás de él.

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