Ha abierto los ojos dos minutos antes de que le sonara el
despertador, cada lunes le pasa igual, dos minutos antes de las ocho de la
mañana se despierta y ya no se puede volver a dormir, sólo que hoy lo ha hecho
agitado por el ruido del viento, toda la noche ha oído como las ramas de los
árboles que rodean su casa se agitaban y ha notado como se colaba un ligero
soplido por debajo de la puerta, una voz ronca que resonaba en todos los
rincones de la habitación, como si detrás del armario o debajo de la cama se
escondiera un hombre alto y gordo con un altavoz, susurrando y gritando a la
vez. Sin querer se está volviendo a dormir pero lo que le despierta, a las 8 de
la mañana del lunes 2 de febrero, no es el despertador: es la ráfaga de viento
más fuerte que ha oído nunca, abre les ojos y mira aterrorizado a su alrededor.
Todo ha sido un sueño, el despertador acaba de sonar
taladrando fuertemente su cabeza, no ha sido una buena noche. El sueño le ha
hecho pasar una mala noche por el mero hecho de haber sido aterrador. No era la
primera vez que tenía una pesadilla, pero si la primera vez que le calaba tan
hondo. Aquel hombre sin rostro, aquellos párpados vacíos, aquella voz
retumbante parecían increíbles y quizá era eso lo que lo hacía aterrador. Que estaba
ahí sin poder estarlo, sin tener derecho a la existencia. Se había pasado el
sueño gritando sin que de su boca saliera sonido alguno mientras aquel ser,
llamadlo así porqué otro nombre no tiene, lo ataba a la cama y le abría heridas
que difícilmente curarían. Por suerte solo fue un sueño, no se escondía nadie
detrás de la puerta, ni dentro de un armario, ni debajo de la cama. No se
escondía nadie porqué nadie podría penetrar, por mucho que quisiese, en la
oscura habitación de Óscar. Nadie querría hacerlo y nadie lo había hecho nunca
porqué Óscar siempre había estado solo.
Se levantó como cada día, abatido y sin ganas de afrontar el
nuevo día. Fue a la cocina a preparar café mientras se lavaba la cara en el
baño y abría el grifo de la ducha para esperar a que el agua saliese
suficientemente caliente. Una vez el agua estaba a la temperatura habitual,
entró en la ducha sin reparar en aquella cuerda que había en el interior y sin
reparar, tampoco, en que la puerta se iba cerrando lentamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.