"Ha abierto los ojos dos minutos antes de que le sonara el
despertador. Cada lunes le pasa igual, dos minutos antes de las ocho de la
mañana se despierta y ya no se puede volver a dormir, sólo que hoy lo ha hecho
agitado por el ruido del viento. Toda la noche ha oído cómo las ramas de los
árboles que rodean su casa se agitaban y ha notado cómo se colaba un ligero
soplido por debajo de la puerta, una voz ronca que resonaba en todos los
rincones de la habitación, como si detrás del armario o debajo de la cama se
escondiera un hombre alto y gordo con un altavoz, susurrando y gritando a la
vez. Sin querer se está volviendo a dormir pero lo que le despierta, a las 8 de
la mañana del lunes 2 de febrero, no es el despertador: es la ráfaga de viento
más fuerte que ha oído nunca. Abre los ojos y mira aterrorizado a su alrededor."
No ve nada, absolutamente nada. Asustado y con sigilo se
asoma a la pequeña ventana de su habitación. Una fuerte ráfaga de aire le
golpea en la cara, tirándolo al suelo de la habitación y cerrando la ventana,
como si alguien no quisiera que se asomara o que viera algo.
Decide no hacer caso al viento que sigue golpeando su casa y
empezar a vestirse. Cuando abre el armario no ve su ropa, ve algo que le deja
horrorizado y con la piel de gallina. Justo en ese momento suena su
despertador. Todo ha sido una pesadilla, una horrible pesadilla.
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